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miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 13. Media

Iba a echar de menos la pequeña ciudad de la que provenía. Iba a echar de menos la playa, el mar, el horizonte, hasta al colegio lo iba a echar de menos, pero sobre todas las cosas y ante todo, lo iba a echar de menos a él.

Cogimos el viejo monovolumen azul. Abie conducía a mucha velocidad, parecía no importarle nada más, solamente llegar a tiempo.

Durante todo el viaje mis pensamientos recordaban lo mismo. Mi vida, mi antigua vida, los momentos vividos con mis amigas, las tardes en el parque, recorriendo la ciudad, pero ahora todo aquello había quedado atrás. Estaba nerviosa, realmente nerviosa. Tenía miedo,  miedo de tantas cosas; cosas que aún no sabía de que se trataban.

Nada me había preocupado hasta ese momento. Ahora que me tocaba chocarme de pronto con la realidad me surgían dudas, dudas sin respuestas y mucho temor hacia lo desconocido. Había evitado recordar mi destino, pero ahora ya era demasiado tarde para volver a aquellos tiempos, debía madurar y afrontar aquello que ahora me tocaba vivir.

-          Mamá – pronuncié casi sin voz y sin apartar la vista del cristal frontal - .
-          Dime Brittany.
-          ¿Sabes qué clases voy a tener en el colegio? ¿Y sabes si voy a compartir habitación con más personas? ¿Y si…? – ella interrumpió mi interrogatorio - .
-          ¡No me bombardees a preguntas! – parecía molesta – Cariño, no te preocupes, todo va a salir bien, confía en mí – dijo mientras apretaba fuertemente mi mano - .
-          Estoy bien Abie, pero es que no sé nada de ese lugar – la miré fijamente. Quería saberlo todo - .
-          Tu padre y yo hemos estado investigando todo; hasta el más mínimo detalle y vas a estar muy bien allí, ya verás – forzó una sonrisa, parecía preocupada - .
-          Pero, yo…
-          Brittany, no hablemos más del tema, por favor.
-          ¿Por qué?
-          ¡Porque es un colegio normal, no sé qué quiere saber! – enmudecí - .

Durante el resto del viaje no hice ningún comentario más al respecto. Mis padres solamente me habían dicho que el instituto inglés se llamaba “Media Noche”. Nada más. Pero es que hasta ahora no había tenido necesidad de saber nada más, mas ya no era así. Ahora quería descubrir por adelantado lo que me esperaba, pero para mi desgracia, debería darme cuenta de las cosas por mi misma y una vez llegado al colegio.

El tiempo pasó en un suspiró mientras dejaba atrás la ciudad. Y de pronto, en el momento menos inesperado, el coche se detuvo. Mi madre ya había aparcado en frente de un antiguo edificio. El edificio que me transportaría muy lejos de allí.

Una vez dentro mis miedos aumentaron sin quererlo. Me quedaba una escasa media hora para partir. Para alejarme de mi felicidad y dejarla atrás; lejos de mi camino. Decidimos tomar un desayuno rápido en una de las muchas cafeterías de la estación. La que quedaba más cerca de la terminal.

Pedí chocolate con churros, esto provocó en mí una infinita angustia seguida de un dolor interminable. Recordar aquella tarde en la que él me invitó a uno chocolate para animarme. Aquella tarde que debí haber retenido en el tiempo de haber sabido. Aquella tarde en la que todo era perfecto, perfecto porque él lo era y yo con él me sentía así.

Tal vez con el tiempo él se olvidará de mí, de nuestros momentos juntos. Tal vez Jack no se acordará con tan solo ver una par de churros de mí. Mi corazón comenzó a sentirse vació y yo con él. De pronto varias lágrimas nacieron y murieron en un mismo instante. Mi madre ni siquiera se percató de ello, logré secarlas lo más rápido posible.

-          Acaba rápido ese chocolate, que vas a llegar tarde.
-          ¡Mamá, aún queda tiempo!
-          El tren no va a esperar por ti, hazme caso.
-          Por hacerte caso mira donde estoy – ella me miró expectante - .
-          Estás donde debes estar.
-          Donde tú quieres que este – era completamente esto cierto - .
-          ¿Sabes? No siempre vas a hacer cosas que te gusten. Más bien la vida se basa en hacer cosas que no te gustan, pero que tendrás que hacer por obligación.
-          Pero mi obligación no es ir a ese colegio, es quedarme aquí.
-          Tu obligación es lo que tu padre y yo consideremos.
-          ¡Pero es que estoy harta! – dije entre sollozos - .
Mi madre dejó atrás su silla para ponerse a mi lado y consolarme.
-          No llores pequeña. Todo va a estar bien.
-          No, no lo va a estar. No me mientas. Todo estaría bien si me quedara aquí.
-          Eso ya no es posible – al oír estas palabras que acabaron con mis últimas esperanzas me levanté. Tenía que seguir adelante. Ya no quedaban esperanzas y no quería continuar resignándome, no quería continuar llorando ni tampoco lamentándome por cosas que ya no tenían solución.

Abie me acompañó a la terminal adecuada. Allí se encontraban muchas familias. Estaba repleto de niños más pequeños que yo, pero incluso mayores.

Me llamó la atención un grupo de jóvenes. Parecían ya conocerse. Algo en ellos era diferente, pero no logré adivinar que era. Lo que más captó mi atención no fue ni su ropa ni su aspecto, ni nada relacionado con ellos, sino con su forma de estar. Sonriendo. Estaban sonriendo. Eran felices. Felices por estar allí, felices por aprender inglés, por estar de nuevo con sus amigos o por…no sé, pero sonreían. Y yo no me veía capaz de hacer algo así lejos de mis amigos, sí, lejos de Jack.

De pronto un monstruo de hierro se paró justo a las cuatro y media en aquella estación. Un monstruo que arrasaría mi felicidad. Un monstruo en el que yo me vería dentro. Atrapada.

Mi madre me abrazó con fuerza mientras el resto de los alumnos iban despidiéndose también de sus familias y a continuación entrando en el tren.

-          Te voy a echar muchísimo de menos.
-          Y yo mamá.
-          ¿Quiero que recuerdes una cosa, sí?
-          ¿El qué?
-          Que pasé lo que pasé…
-          ¿Dónde?
-          Allí – comprendí – pasé lo que pasé, comprendas o no comprendas lo que te rodea, ten fe en ti misma.
-          ¿Cómo hago eso?
-          De la misma manera en la que respiras.
-          Vale.
-          Es muy importante que lo recuerdes.
-          ¿Por qué?
-          Todo a su momento, pequeña. Ahora vete – me abrazó con fuerza de nuevo - .
-          Te quiero mamá – me adentré en aquel convoy ahora inerte - .

Encontré mi asiento rapidamente haciéndome sitio entre el resto de alumnos. Mi lugar daba al exterior; junto a la ventana. Así podría distraerme. Desde ella vi a mi madre, estaba llorando. Movía su mano de lado a lado lentamente, despidiéndose.

Una vez acomodada en mi asiento el monstruo en el que ahora me hallaba se puso en movimiento. Llevándome a algún lugar. Me coloqué los cascos y me distraje escuchando música y mirando a través de la ventana el paisaje. Árboles. Plantas. Flores. Más árboles y luego la luna. Que caminaba junto a mí.

Mi imaginación pudo cobrar vida propia. Me imaginaba el colegio, a los profesores, las clases… me imaginaban mi nueva vida y no me veía feliz con ella. Pero todos estos pensamientos parecieron desaparecer cuando de pronto mi móvil sonó. Un mensaje de Jack. De pronto sonreí y era fácil sonreír. Me sorprendió que a esas horas él estuviera despierto, pero le agradecía el detalle. Lo había hecho por mí y de alguna manera él también se acordaba de mí tanto como yo de él.

“Ya te has ido y ya te echo de menos. Te amo. Quiero que sepas preciosa, que me acuerdo de ti siempre y que en el tiempo que no estés conmigo te pensaré más para tenerte junto a mí. Y un aviso: Ni se te ocurra irte con el primer inglés que veas. Te amo. Posdata: Te amo ¿te lo había dicho ya?

Sus palabras me animaron. El era capaz de devolverme la felicidad y sin prácticamente hacer nada. Daría cualquier cosa, todo en ese momento, por parar este tren, por salir de allí y volver a sus brazos.

“Yo también estoy deseando verte y sobre todo poder quedarme contigo. Y descuida que yo no me voy a ir con ningún niño inglés. Solo te quiero a ti y no necesito nada más. Por cierto y por si no te acuerdas, te repites, ya me has dicho que me amas”.

A los pocos segundos de mandar mi contestación ya recibía yo una por parte suya.

“La verdad es que no te merece la pena, porque aquí ya tienes a tu héroe. Sino el se enfadará, te tirará por la ventana y no te rescatará ¿Te puedo llamar esta noche?

No estaba segura, por más que quisiera, de poder hablar con él por la noche. Tal vez estaría demasiado ocupada organizando todo para el comienzo de las clases. Ordenando la habitación o intentando comprender el idioma.

“¡Ni se te ocurra tirarme por la ventana! Porque sino solamente demostrarás que eres un héroe de pacotilla que no sabe volar ni rescatar a una pobre chica indefensa. Esta noche mejor no, tendré que instalarme. Mejor mañana, ¿te parece?”

Me distraje un momento para mirar el paisaje. El sol comenzaba a salir, iluminaba el camino, mas no el mío. Mi camino continuaba tan oscuro y tan fúnebre como hasta ahora. No quedaban esperanzas. Nos aproximábamos a un túnel.

“No soy un héroe de pacotilla. Podría salvarte de lo que fuera si mañana atiendes a mi llamada”.

Estaba concentrada escribiendo la contestación al mensaje de Jack, pero no puede, de pronto la pantalla de mi móvil se vio inundada para una serie de rayas blancas y negras que se movían constantemente; semejante a un código de barras pero en movimiento.

-          ¡Joder, funciona! – agité el móvil varias veces, pero no pasaba nada. Perdí los nervios solo de pensar que no podría hablar con Jack y menos imaginar que tal vez no volviera a funcionar - .

De pronto se escuchó un fuerte estruendo proveniente del exterior. No sabía que había sucedido, pero el tren continuaba en movimiento. A continuación daba golpes contra el suelo una y otra vez. Las personas allí presentes no hicieron ademán de quejarse, parecía algo normal para ellos.

Miré por la ventanilla para poder descubrir por mi misma que era lo que ocurría. Pero para mi desgracia no pude ver nada, luces de diversos colores se reflejaban en mi pupila, me dañaban la visión; tuve que cerrar los ojos a causa de ello.

Media hora después el convoy se detuvo. Pero mis nervios no cesaban. Cerré los ojos con fuerza intentando aceptar aquello que me tocaba vivir a partir de ahora, aquello que me esperaba ahí fuera. Mi móvil ya funcionaba y puede aclararle rapidamente a Jack que mañana aceptaría su llamada y le comenté que ya había llegado. Apagué el móvil. Ya no necesitaba acordarme de él, debía aceptar mi nueva vida. Mi lugar no estaba aquí, pero por muy contradictorio que resulte, aquí estaba.

Esperé sentada, inmóvil, apenas con vida y verdaderamente inerte. No pestañeaba y tampoco respiraba; contenía inconscientemente la respiración.

Una vez completamente vacío, salí de aquel monstruo de hierro que me tenía presa.

4 comentarios:

  1. Uf...¡Por fin publicaste!
    Yo.. no se que pensar de este capítulo. Pobre, dios no se ni como se debe de sentir. Y dejandolo a él allí.

    Espero que no nos hagas esperar tanto por el próximo cap eh? :)

    Besos!

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  2. Prometo que ahora en verano como tengo más tiempo libre subiré con más frecuencia ^^
    La situación es complicada y más que se va a poner en los próximos capítulos :s

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  3. uf, llevaba un par de capítulos atrasada y ahora que he vuelto ya me he leido todo... me encanta el rumbo que lleva la historia, aunque pobre jack.
    un beso!^^

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  4. Bueno lo importante es que ya te has puesto al día con la historia y me alegra mucho que te guste el rumbo que esta tomando la historia, porque va a cambiar totalmente en los próximos capítulos :)
    Un beso ^^

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