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lunes, 25 de abril de 2011

Capítulo 8. Fin de curso

Al día siguiente de nuestro fantástico e inolvidable día el curso terminaría. Había hecho un largo recorrido hasta llegar a las puertas del verano y había dado sus frutos. Las notas habían sido buenas y mis padres estaban bastantes contentos. En este año, en esta atapa de mi vida, había madurado mucho como persona. Crecí y aprendí nuevas cosas que jamás se me olvidarán. No cambiaría este curso por nada del mundo, sí, efectivamente había llorado por el silencio del corazón de Jack, pero ahora me pertenecía y no había otro lugar en el mundo donde preferiría estar mas que junto a él. Había sido como un sueño, pero era la realidad. Y ahora conocía el verdadero significado de la felicidad.

El último día de clase los de primero de bachillerato preparan una gran fiesta para todos. Organizan tanto actividades deportivas como lúdicas. Crean equipos. Mis amigas y yo decidimos apuntarnos a futbol para matar un poco el tiempo. Sabíamos que haríamos un poco el ridículo, pero no nos importaba; íbamos a divertirnos. Después de los partidos, prepararían actuación. Nosotras quisimos también bailar.

Al llegar al colegio me vi envuelta en cierto apuro. Alicia, Claudia e Irene, me esperaban impacientes antes de entrar. Quería escapar de allí por el interrogatorio que me tocaría vivir, pero debía afrontar la situación.

-          ¡Ahí viene la chica de Jack! – chilló Irene
-          Enhorabuena Bri – vino Alicia corriendo y me abrazó con fuerza.
-          Que sepas que me parece muy fuerte que no me hayas contado nada, tía – se quejó Claudia - .
-          Chicas, esto, yo…
-          ¡Tienes que contárnoslo todo! – dijo Irene intrigada - .
-          Ya, me muero por saber cómo paso todo – Claudia también se unió a la intriga - .
-          Dejarla respirar un poco, ¿no? – salió en mi defensa Alicia - .
-          Alicia, eres tú la primera que no me deja respirar, no me abraces con tanta fuerza – reí y ella se separó - .
-          Perdón, pero me alegro tanto por ti – rió ella también - .
-          Está bien, os contaré todo, cotillas…
-          ¡Genial! – exclamó Irene - .
-          Pero con una condición.
-          ¿Cuál? – preguntaron todas al unísono - .
-          Conseguir pillarme y os lo cuento todo – salí corriendo alejándome lo más que pude - .
-          ¡Eso no vale! – se quejó Claudia - .
-          ¡Chicas, a por ella, que no escape! – Irene lideró la situación y se puso en marcha tras de mí - .
-          ¡Vamos! – dijo Alicia, sonriente - .
-          ¡No me alcanzareis! – Corrí por todo el paseo marítimo que se alejaba del colegio - .
-          ¡Eso ya lo veremos! – aseguró Claudia - .
Me adentré en la playa. El mar estaba precioso. Brillaba más que nunca. Las tres estaban ya casi a mi altura.
-          Ya casi la tenemos  - rió Alicia - .
-          ¡A la de tres! – gritó Irene - ¡Una! – aceleraron - ¡Dos! Y ¡Tres! – Se abalanzaron a la vez sobre mí - .
-          ¡Eso no vale! – reí - .
-          Te atrapamos, ahora cumple tu parte – Claudia se sintió verdaderamente contenta de haber conseguido su propósito - .
-          Vale, está bien, tenéis razón, os contaré lo que queráis saber.
-          ¡Queremos saberlo todo! – afirmó Alicia. Les conté toda la historia poco a poco. Con dedicación, intentando no olvidarme ningún detalle que les pudiera interesar - .
-          …Y bueno, creo que eso es todo. Ahora estamos juntos, por fin – sonreí - .
-          ¡Qué bonito, tía! – exclamó Claudia
-          Se nota que él te quiere de verdad – Alicia estaba segura de ello - .
-          Demasiado cursi… - rió Irene - .
-          Es lo mejor que me ha pasado.
-          ¡Solo hay que verte la cara! – rió de nuevo Irene - .
-          Pero…creo que me da bastante vergüenza que lo sepa todo el mundo.
-          ¡Qué va! No te preocupes por eso… - Claudia me dio ánimos pero seguía sin estar segura - .
-          No me gusta nada que comenten sobre mi vida.
-          Mira, Bri. Si dicen algo, solamente será para comentar que tienes un suerte loca de poder estar con él, porque ¡puf! ¡Qué bueno está! ¡Lo que le hacía yo! – todas nos reímos de la broma de Irene - .
-          ¡Ya te vale eh! – continuamos - .
-          ¡Chicas, que son las nueve y media ya! Creo que vamos a llegar un poquitín tarde – Alicia, parecía preocupada - .
-          No te preocupes Alicia, hasta las diez y media no empiezan los partidos – dije yo - .
-          Entonces, vamos, que tenemos que meterles una paliza a los contrarios – Claudia estaba confiada - .
Y así, las cuatro nos dirigimos hasta la puerta del colegio. Para divertirnos, hacer un poco el ridículo, sonreír, pero siempre; juntas.

Cuando llegamos al patio busqué con ansias a Jack, pero él no se encontraba allí. Creí desesperarme. Quería verlo, sentirlo. Quería estar con él.

-          ¡Jack! – chille mientras me dirigía hacía él, para abrazarle en cuanto le vi entrar por la puerta - .
-          Brittany, cuidado – no me había percatado apenas de que llevaba una guitara - .
-          Perdón.
-          No pasa nada – me besó lentamente. En ese preciso instante nos convertimos en el centro de atención de muchos: sus amigos, los míos, profesores, chicas envidiosas y chicos desconocidos - .
-          ¿Sabes Jack? me apunté a futbol.
-          Lo sé – sonrió - .
-          Es cierto que fuiste tú el que lo organizaste todo.
-          Claro, con toda mi cara – reí - .
-          Pero desde casita.
-          Que graciosa – me agarró de la mano vacilante y comenzamos a andar hasta llegar a sentarnos en un banco sintiéndonos observados por los ojos de todos – No tengo la culpa de haber sido expulsado - .
-          No, claro que no, como dudarlo – reímos – Es que Mónica tiene manía a los héroes, no puede entender que seáis tan buenos.
-          No sabe ver lo buenos que somos.
-          Tal vez ella no tenga ojos para verlo, pero mira a toda esta gente – observé a nuestro alrededor – Ellos si miran.
-          ¿Te importa?
-          La verdad es que no me gusta ser el centro de atención. Me ponen de los nervios.
-          Ni caso.
-          Pero, es que… - me quitó rapidamente la palabra - .
-          Es que nada. Solo tienen envidia. Y tienes que entender que nadie se lo esperaba.
-          Ya, eso es cierto, pero no es motivo para ser el centro de atención.
-          Estás equivocada. En este colegio nunca pasa nada. A la mínima noticia que hay, por muy insignificante que sea siempre le dan la importancia que no tiene.
-          Pero ahora eres tú el que está equivocado lo nuestro si tiene importancia – me acarició la mejilla y a continuación me besó - .
-          Quiero verte algún día este verano.
-          No. Alguno no. Todos – sonreí - .
-          Todos no va a poder ser preciosa.
-          ¿Por qué? – entristecí - .
-          Porque iré a Extremadura.
-          Costará no verte durante tanto tiempo – el me miró – pero cuando vuelvas prométeme que si nos veremos.
-          Te lo prometo – sonreímos – además cuando haga buen tiempo vamos a la playita a ponernos morenos – reí - .

Antes de conocerle mi vida era como un libro en blanco que esperaba ser escrito. Llenarlo de historias maravillosas a la par de mágicas y bonitas. Estas historias estaban comenzando a escribirse, estaban deseando ser contadas. Ahora que estaba junto a Jack ya no me imaginaba mi vida sin él. Aparentemente no veían en él la persona que de verdad era. Tal vez duro y macarra, pero conmigo se portaba de maravilla. Solo sus amigos pueden verdaderamente ver su forma de ser.

-          ¿Sabes pequeña? Ahora entiendo por todo lo que tuviste que pasar – me dijo arrepentido - .
-          ¿Cómo? ¿A qué te refieres?
-          Que lo siento, siento todo lo que te hice antes, porque no te lo merecías y debiste pasarlo mal.
-          No lo sientas.
-          Quiero hacerlo, porque no me di cuenta antes de lo que tenía delante.
-          Antes te parecía guapa, ¿no?
-          Guapa eres – me besó - .
-          Será mejor que me vaya Jack, nos vemos luego – no le di tiempo a despedirse de mí. Salí corriendo ya que necesitaba descargar toda esa felicidad que retenía en mi interior.
Llegué de nuevo junto a mis amigas.
-          Bri, no me lo puedo creer – me dijo Claudia - .
-          ¿El qué? – pregunté aun sabiendo perfectamente a que se refería - .
-          Lo de Jack. Hacéis muy buena pareja – sonrió – pero, por cierto ¿desde cuándo le gustas?
-          No lo sé, pero me da igual. Lo importante es que ahora estamos juntos.
-          ¿No te preocupa que él sea mayor?
-          Creo que los años son solo una cifra. ¿Cuántos tienes tú? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta? – la hice enfadar, pero sus comentarios me ofendían. Él lo era todo para mi, tanto si me llevaba seis como ochocientos años, me daba igual. Y esperaba que a ella, como a todo el mundo también. Pero como bien se dice: “Nunca llueve a gusto de todos”.
-          Dejadlo ya, chicas – intervino Alicia – Será mejor que vayamos ya a cambiarnos para poder jugar el partido - .
-          ¿Pero cómo vais a jugar vosotras al futbol? – vaciló Irene mientras reía - .
-          No tenemos mucha idea, está bien, pero será divertido – reímos- .
-          Es cierto, pero yo sé perfectamente porque Bri quiere jugar – dijo Alicia mientras reía - .
-          ¡Anda calla! Vámonos – me conocía demasiado bien - .

De camino a los vestuarios los malentendidos desaparecieron. Nos pusimos, todas, el chándal del colegio para jugar.  Llegamos al campo justo a las diez y media. Me sorprendió nuestra puntualidad. Había mucha gente reunida para ver el partido. Se situaron todos apoyados contra el muro del colegio. Nervios.
De pronto unas manos agarraron mi cintura. Mordí mis labios y me hundí un sus brazos. Besó mi cuello haciéndome cosquillas.

-          Jack, ¡me haces cosquillas! – me quejé - .
-          Es usted muy mala conmigo, voy a tener que castigarla con tarjeta roja.
-          ¡Oh! ¡Qué miedo! – me burlé - .
-          Te vas a enterar – rió. Se marchó seguidamente ya que vio un balón en el centro del campo. Lo golpeó con fuerza. Salió a una velocidad considerable entrando de pleno en la portería - .
-          Jack ¡Qué acabas de meter en propia! – Le dijo un amigo suyo mientras se acercaba a él. De pronto se vieron envueltos en una pelea. Alguien se acercó a mi lado.
-          Mira que son tontos – Alicia sonrió - .
-          ¡Pero, tía, le está hiendo daño!
-          No te preocupes Bri, están de broma –reímos - .
-          Ya…es cierto. ¡Chica! ¿Preparada para darlo todo?
-          ¡Preparada!
-          Vamos entonces.

El partido había transcurrido con normalidad. Ya íbamos por la segunda parte y el final estaba cerca. No me moví mucho de mi posición inicial. Miraba constantemente a Jack jugar. Él estaba totalmente concentrado. Y realmente me encantaba estar allí, mirándole, como solía hacer antes de que estuviéramos juntos. De pronto, una mano me empujó con fuerza. Agachó mi cabeza para que mirara al suelo.

-          ¡Vas lamer o chan! – chilló Alicia - .
-          ¡Vale, vale, ya paro!
-          No te creo.
-          Que si, que sí, que no quiero lamer o chan.
-          Es que no me dejas más remedio – consiguió que me arrodillara completamente - .
-          Maldita Alicia, ¡te vas a enterar! – salió corriendo y yo la perseguí. Por fin me moví, haciendo más ejercicio que en todo el tiempo de partido. A partir de ese momento me centré más en el juego - .
-          ¡Mira que eres tonto! – chilló Jack en un momento dado - .
-          ¿Qué te pasa ahora, tío? – volvió a arremeter contra uno de sus amigos - .
-          Joder, podías haber metido.
-          ¿Y qué? – se empezaron a reír - .
-          Rubén, ¿Vamos a la tarde a tomar unas birras al Boulevard?
-          Eso está hecho, pero solo si traes tú el tabaco.
-          No hay fallo tío – Odiaba que fumase, pero comprendí que nadie es perfecto. Pero yo le quería con sus imperfecciones porque esas eran las que constituían al Jack del que yo estaba enamorada - .

El resto del partido transcurrió rapidamente.  Perdimos 4-2. No habíamos jugado tan mal. Alicia y yo nos apresuramos para cambiarnos de ropa y así poder actuar. Fuimos las primeras en bailar. Así que los nervios se consumieron en el momento de subir al escenario. Mientras bailaba Jack concentraba toda su atención en mí. Esto despertaba en mi nerviosismo y mucha inseguridad. Me sonreía y yo no era consciente.
Al acabar estábamos bastante satisfechas. El baile nos había quedado de maravilla. Era de esperar, habían sido horas y horas de ensayo durante varias semanas.

La siguiente actuación era la de Jack. Iba a cantar. A él le encantaba la música, además tocaba la guitarra. Se sentó en el suelo del escenario y comenzó.

-          Hola gente ¿Cómo estamos? – todo el mundo enfureció - .
-          ¡No os escucho!
-          ¡Bien! – dijeron todos - .
-          Bueno creo que todo el mundo aquí me conoce, ¿no? ¿Cómo me llamo yo? – parecía una estrella. Al menos brillaba como ellas.
-          ¡JACK! – chillaron - .
-          La primera canción que voy a cantar – tocó su guitarra como si del cuerpo de una mujer hermosa se tratara – se la dedico a la persona que ha puesto mi vida del revés. La persona que ha revolucionado todo, porque la quiero. Brittany – enrojecí - .

Tocó la canción de un grande. “John Lennon, Love”.

“Love is real,
real is love
love is feeling,
feeling love
love is wanting
to be loved.
Love is touch,
touch is love
love is reaching,
reaching love
love is asking
to be loved.
Love is you
you and me
love is knowing
we can be
Love is free,
free is love
love is living,
living love
love is needing
to be loved”.

Todos aplaudieron. Continuó con la canción de “Eagle Eye Cherry, Save Tonight” y la de “Danza Kuduro de Don Omar ft Lucenzo” entre otras. Fue una gran actuación.

Cuando terminaron las actuaciones nos tenían preparada una gran sorpresa. Crearon en el pabellón de la escuela un gran guateque, como los de antes. Con mucha música y comida. Jack y yo estuvimos bailando durante horas. Fue muy divertido.

sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo 7. El día

El motor de una ensordecedora moto llegó hasta mis oídos. Jack. Sus ojos se encontraron rápido con los míos. Sus profundos ojos marrones .Eran como un imán, que nos conectaba con miradas. Estaba verdaderamente guapo hoy. Su sonrisa era lo más bonito.
-          ¡Preciosa! – varias chicas se giraron dándose por aludidas. Pero miraban expectantes haber quien era la afortunada, la que se había ganado el corazón de Jack, la chica por la que él suspiraba. Me acerqué tímida hasta él. Me dio un suave y cálido beso en los labios. La gente contemplaba curiosa la escena, tal vez nadie se lo esperaba. Mis amigas permanecían allí. No logré ver las expresiones de sus caras, no había tenido oportunidad de contarles lo ocurrido con Jack. Me sentí  incomoda y quise marcharme de allí, con él. Me dio el casco y me situé en el asiento de atrás de la moto.
-          ¿Preparada? – me sonrió -.
-          Supongo…
-          ¿No tendrás miedo, no?
-          Es que… bueno… es la primera vez que monto en moto.
-          Siempre hay una primera vez para todo – no contesté - .
-          No tienes que preocuparte, estás con tu héroe. Él cuidará de ti.
-          Mi héroe – susurré. Mientras apoyaba mi cabeza contra su espalda y el encendía el enfurecido motor. La moto dio un fuerte bote, y me resguardé en su cuerpo, recorriéndolo fuertemente con mis brazos. Lo apreté.
-          Nena, me tienes paralizado. No puedo moverme.
-          Perdona – reduje mis fuerzas, pero sin parar de abrazarle. Con miedo.
Nunca había montado en moto hasta ahora. Fue increíble. La velocidad. El viento. La brisa en la cara, esa que ondea tus cabellos en el aire. El sube y baje de la moto. Esa pequeña sensación de libertad. De no estar sujeta a ataduras. Una nueva experiencia, que recordar, que nunca olvidar.
-          ¿Te encuentras bien? Me estás asfixiando de nuevo.
-          Perfectamente – no se podía él imaginar lo bien que me encontraba al estar junto a él. Disfrutando de nuestro tiempo juntos. Sin complicaciones, sin prohibiciones ni reglas – Todavía no me has dicho a donde vamos.
-          Ya.
-          Y bien…
-          Nena, no te lo voy a decir – sacó de su bolsillo un pañuelo de colores – colócatelo en los ojos, no quiero que lo veas, tiene que ser una sorpresa.
-          ¡Cuánto misterio! – demasiada intriga - .
-          Así somos los héroes – me dijo, mientras tanto yo colocaba el pañuelo, tapando así, los ojos.
La moto se detuvo al pasar un rato. No muy largo. Me moría de ganar por deshacerme del objeto que me impedía la visión, me moría de ganas por descubrir que yacía ante mis ojos.
Él salió de la moto. Yo le pedí ayuda. Cogió mi mano lentamente, la acarició con cuidado y consiguió que me levantase. Se puso tras mi espalda sin separar su mano de la mía y con la otra atraía mi cintura hacia él.
Soltó el pañuelo para que mis ojos pudiesen ver la maravillosa sorpresa que me tenía preparada.
Una lágrima de felicidad recorrió mi rostro. ¿Cómo podía existir algo tan bonito como aquel lugar? No estaba vació, millones de seres vivos lo habitaban. Mariposas, pájaros de toda clase, mosquitos, gusanos, hormigas…Era el bosque más bonito que había visto en mi vida. El sol se resguardaba muy arriba, entre la copa de millones de árboles. Olía a naturaleza.  Un pequeño arrollo, se encontraba medio escondido ante nosotros, por muchas rocas.
-          ¿Qué te parece guapa?
-          Me encanta. De verdad, muchas gracias Jack.
-          Me alegra que te guste.
-          ¿Cómo se te ocurrió?
-          Eres como un libro abierto, nena.
-          ¿Tú crees?
-          Estoy seguro.
-          Haber, listillo, ¿en que pienso ahora mismo?
-          Ahora, te encantaría quedarte aquí todo el día, poder olvidarte de que hay un mundo ahí fuera que te está reclamando. Te encantaría escapar y quedarte aquí, el tiempo que te diera la gana. Y te parece injusto no poder.
-          ¿Algo más que añadir, listo? – le fulminé con una mirada pícara - .
-          Sí, sobre todas las cosas te encantaría que sucediera algo ahora mismo.
-          ¿Algo como qué? – agarró mi mano, aproximó su cara a la mía y un fuerte hormigueo recorrió todo mi cuerpo. Me besó con ganas con furia. Sonrió-
-          ¿He acertado?
-          Pero si no has hecho nada que me encante –se fue indignado-.
Se alejó rapidamente de donde nos encontrábamos.
-          ¡Jack! ¡Jack, espera!  - él no contestaba y aceleraba cada vez más el paso.
-          ¡Jack, venga! No te enfades ¡Era solo una broma!
-          Eres un inmaduro – susurre - ¡Ven aquí!
-          Por favor…Claro que me encanta ¡Como no me va a encantar! Si tú me encantas – susurré - ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! – caí al suelo, por el ataque inesperado de un búho que sobrevolaba cerca de mi cabeza.
-          Fea, ¿qué haces ahí en el suelo?
-          Me ha asustado un búho.
-          Estamos en un bosque, ¿recuerdas? Hay animales y esas cosas – rió - .
-          No tiene gracia. No me lo esperaba – él permaneció en silencio - ¿qué haces ahí parado? ¡Ayúdame! – siguió sin contestar – pues muy bien, haz lo que quieras, como siempre – me levanté sola y bastante enfadada dada su actitud. Continué mi camino.
-          ¿A dónde vas? – preguntó él, indeciso - .
-          A algún lugar donde tú no estés.
-          Puede haber animales salvajes – rió - .
-          Aquí el único que se comporta como un animal eres tú.
-          Hay otros peligrosos.
-          ¡Pues que me ataquen!
-          Yo no dejaría que eso sucediera. Estaría ahí para protegerte, soy un héroe – se dibujó una amable sonrisa pícara en su rostro - .
-          Se cuidarme sola.
-          Me acabas de pedir ayuda hace nada. Eres muy contradictoria, chica.
-          Tal vez necesitaba ayuda, pero no a ti – de pronto oírme decir esas palabras, dolió. Y el aire pareció desaparecer.
-          Mientes tan mal preciosa – sonrió - .
-          ¿Cómo sabes que estoy mintiendo?
-          Te dije que eras como un libro abierto.
-          Y yo te dije que eras un animal.
-          ¿Eso piensas de mí? – No.No.No.No - .
-          Eres un animal, eres tonto, pero estúpidamente perfecto para mí – acabé rendida de tanto llevar la contraria a la persona que quería. Me senté en una piedra y bajé la mirada - .
-          Tú no eres perfecta, pero… te quiero igual pequeña – bromeó. Me di la vuelta indignada - ¿no te basta eso?
-          Sí, es suficiente. Suficiente si es para siempre.
-          ¿Querrás aguantarme toda la vida? – preguntó él extrañado. Me giré hacia él. Agarré su rostro y le besé lentamente.
-          Toda la vida es poco.
-          Siempre voy a estar contigo pequeña, te lo prometo.
-          No prometas cosas que no vas a cumplir.
-          Y las que voy a cumplir, ¿puedo prometértelas?
-          Sí.
-          Prometo que te querré siempre y que nunca te dejaré sola – le abracé, pensando que ese instante nunca acabaría - .
De pronto un ruido capto nuestra atención. Era el búho que minutos atrás había sobrevolado cerca de mi cabeza. Se encontraba en lo alto de la copa de un árbol, nos miraba con decisión. Detenidamente.  No sé que causaba más temor en mí, el ruido o la forma de su mirar.
-          ¿Te dan miedo?
-          ¿Los búhos?
-          Claro.
-          No, para nada – me reí – la verdad es que solo hay un animal en este mundo al que temo.
-          Sorpréndeme.
-          Eres tú.
-          ¿Por qué me tienes miedo?
-          Porque te quiero demasiado – acarició mi rostro con sus manos mientras mostraba una de esas sonrisas pícaras. Me besó.
Le miraba y no podía dar crédito ni con mis ojos a que todo lo ocurrido fuera realidad. Porque mi realidad hasta ahora había sido siempre triste, en cambio, ahora sonreír formaba ya parte de mi ser. Porque le miro y me veo a mí y sé que él forma parte de mi vida o de mi corazón, no lo sé. No tengo las cosas claras, pero no las quiero oscuridad. Que iluminen ¡Que iluminen mi felicidad!
-          ¿Tienes hambre, peque?
-          Un poco, es que casi no desayune – me miró distante - .
-          ¡Bri!
-          ¿Qué?
-          Que sea la última vez. Tienes que desayunar mucho.
-          Lo sé y normalmente…
-          Ya, ya, escusas – nos reímos - .
-          Me gusta que te preocupes por mí.
-          ¿Quién dice que este preocupado? – sonrió - .
-          ¿No lo estás?
-          Tal vez solo quería ser cortés.
-          ¿Pero tú sabes ser cortés?
-          Pues claro – bufó - .
-          Mientes fatal.
-          Reconoce por lo menos que miento bien.
-          Jamás.
-          Te quiero.
-          Bueno…no mientes mal.
-          Te quiero.
-          Vas mejorando.
-          Te quiero.
-          Casi, casi.
-          Te quiero – sonrió - .
-          Vale, me lo creí. Mientes bien.
-          No estaba mintiendo.
-          Pero yo sí – me levanté y me puse a andar – tengo hambre, no era que querías que comiera - .
-          Sí, sí – mi actitud le desconcertó, pero en un segundo se puso junto a mí agarrando mi mano y comenzamos a caminar - .
Llegamos a un lugar apropiado para descansar y poder comer algo allí. Jack me dijo que permaneciera en aquellas ruinas de piedra mientras iba a buscar al lugar donde dejo la moto, algo de comer. Hacía sol, el día era bueno para estar en el campo, junto a la naturaleza. De repente, en menos de cinco minutos; apareció de nuevo. Agarraba una cesta. Ya se podía apreciar el olor a comida. No sabía qué hora era, me había negado a saberla. Solo supuse que era demasiado temprano para comer. Serían las doce, pero de tanto andar se me había abierto el apetito.
-          Pues bien rubia – gritó de camino al lugar donde me encontraba – de primer plato tenemos empanadas, puede usted escoger, de atún o jamón y queso. De segundo puedo ofrecerle bocadillos de nocilla y por último, para usted, preciosa; tenemos manzanas ¿Le parece bien o debería haber escogido otra cosa, señorita?
-          Todo perfecto – sonreí por el detalle que había tenido – Ya simplemente por el olor me comería todo - .
-          Pues no se hable más – me guió un ojo y se sentó a mi lado, sacando cada una de las comidas citadas anteriormente - .
-          Gracias por preparar todo esto, Jack.
-          Te lo mereces – dijo firmemente - .
Yo decidí comer de las dos clases de empanadas. Él jugaba tranquilo enredando sus dedos en mi pelo. Me hablaba de su familia, me contó que su padre siempre venía a pescar a este lugar y así fue como lo encontró. Él muchas veces lo acompañaba aquí, así, aprendiendo a pescar junto a él. Aprendió cuando era niño añadió, pero aun ahora, en sus ratos libres venía aquí a distraerse. Había zonas específicas para pescar, me informó, ya que la zona estaba protegida, para que no hubiese abusos con las capturas y la verdad me pareció una gran idea.
-          Te has manchado de nocilla – rió - .
-          ¿Dónde? – pregunté extrañada - .
-          Justo, ¡aquí! – manchó mi nariz con un poco de nocilla proveniente de su dedo índice - .
-          ¡Tonto! – reímos – y tú aquí, aquí, aquí – manché yo también parte de su cara - .
-          ¡Ala! Desperdiciando comida, esto no puede ser, ¡eh! – rió - .
-          Fue a hablar, límpiame – reímos. Con sus labios besó mi nariz.
-          ¡Qué rica!
-          ¿Yo? Ya lo sé – sonreí - .
-          Bueno… y la nocilla – una sonrisa pícara se dibujo en su cara – te toca - .
-          ¿No te sabes limpiar tu solito?
-          No, lo siento, necesito de tu ayuda.
-          Está bien – cogí rapidamente una servilleta de la cesta y se la plante en la cara - ¡Limpísimo!
-          Eso no vale – dijo indignado - .
-          No marcamos reglas. No especificaste – reímos - .
El sol dejaba a su paso un calor característico. Se estaba muy a gusto. Aquí todo era posible. Podías imaginar sin riesgos. Las ardillas se dejaban ver, no tenían miedo. Estaban en su lugar. Trepaban por los árboles, contentas, mientras comían piñones. Verlas me hacia sonreír, algo tan simple como observar lo que te rodea era uno de los motivos de mi felicidad. Las copas de los árboles rozaban el cielo. Quien pudiera estar en su lugar sin duda sería afortunado. Yo lo estaba, junto a Jack. De pronto, mis ojos se volvieron a encontrar con otro búho, pero me resultaba familiar; estaba totalmente segura de que sería el que minutos atrás había arrojado mi cuerpo al suelo. Estaba de nuevo en una de las ramas de un árbol, observándonos. Los búhos despiertan cuando el sol desaparece. Y duermen antes de que la luna los hipnotice.
-          ¿Sabes que es lo mejor para hacer la digestión? – le pregunté cuando ya no quedaba absolutamente nada de comida en aquella cesta - .
-          Ni idea. Sorpréndeme, ¿qué es?
-          Correr. Chao – di un salto para poder incorporarme y antes de que él pudiera reaccionar empecé a correr con la mínima esperanza de que él lo abandonase todo y viniera tras de mí. Y así hizo.
-          ¡Espérame! ¡Tía, para! – repetía constantemente, pero sin resultado - .
-          Si quieres que te espere, ¡alcánzame! – no había dudas. Él lo conseguiría - .
-          Ya verás cuando te pille.
-          ¿Qué me vas a hacer? – pregunté vacilante - .
-          Tú misma lo comprobaras rapidamente, preciosa.
-          No, ¡no!
Estuvo a punto de cogerme en un instante pero no lo consiguió. Me paré en un árbol para poder descansar un momento. Allí me alcanzó, pero no consiguió ni rozarme, porque apenas en un segundo eche a correr de nuevo, esquivando sus amenazas.
-          ¡Brittany, cuidado! – me advirtió con precaución - .
En ese momento me detuve sin saber que ocurría a mí alrededor. No sabía que era aquello de lo que debía tener cuidado. Pero él fue más astuto y se abalanzó sobre mí. Caímos los dos al suelo.
-          Te dije que te atraparía – dijo con una grandeza en el tono de su voz insospechable - .
-          ¿Y cuál es la sentencia que tengo que pagar por haberme escapado de esta manera?
-          No es una sentencia.
-          ¿Y bien?
No contentó. Se quedó observando cada recoveco de mi rostro. Como si fuera la primera vez que lo hubiese visto. Clavó sus ojos en los míos sin decir absolutamente nada. Sin necesidad de hacerlo. A veces una simple mirada habla por nosotros mismos. Damos a entender con la mirada. Lloramos con la mirada. Sonreímos con la mirada. Amamos con la mirada. La mirada sin duda es la mayor representación del alma. Me besó. Suspiró. Su aliento hizo cobrar vida a todas mis terminaciones nerviosas. Rodeé su cuello con mis brazos. Y él, pues él, acabó enredado en mi pelo una vez más. Todos mis miedo y preocupaciones desaparecían cada vez que el estaba a mi lado.
Antes nunca me imaginaba esto. Tenía esperanzas junto a sueños, pero pensaba que siempre hay algo o alguien que te impide llegar a tu sueño. Como si todo el mundo se colocase en algún lugar al que yo no llegaba a alcanzar. Pero aprendí que a veces lo correcto es tener esperanza, ya sé que es solo una palabra. Pero nadie te la puede quitar. Prueba a pronunciarla. La cadena más fuerte se puede desquebrajar, el laberinto en el que te encuentras termina por enseñarte su salida. Él se detuvo.
-          Ahora es cuando me doy cuenta de las cosas.
-          ¿A qué te refieres, Jack?
-          A todo lo que sufriste por mi culpa – enmudecí. Recuerdos de aquellos tiempos me abrumaban mas no los quería recordar - .
-          Lo importante es ahora, lo que estamos viviendo ahora. Me da igual lo que ocurrió en el pasado.
-          Debí de darme cuenta antes.
-          ¿De qué?
-          De lo que perdía al no estar junto a ti, preciosa – me ruboricé – quiero estar a tu lado. Solo si tú me dejas.
-          ¿Me lo estás diciendo enserio?
-          Los héroes siempre dicen la verdad, es su deber, rubia – nos incorporamos - .
-          ¿Ya no te importa lo que opine la gente sobre esto?
-          Para nada. La gente no me va a arruinar mi vida, porque la suya sea una mierda.
-          Veo que ya tienes las cosas claras.
-          Más que nunca, créeme.
-          Lo hago – sonrió - ¿Y cuál es el plan ahora héroe? ¿Qué vamos a hacer?
-          Es cierto, los héroes de verdad no tienen plan – dijimos los dos a la vez, mientras estallamos de la risa - .
Caminamos sin rumbo fijo durante un buen rato. Sin nadie capaz de arruinar ese momento. Libres éramos, libres por fin y como el viento. Pero por otro lado, no podía evitar pensar. Pensar en que todo lo bueno tiene un fin. Tenemos que hacernos a la idea de que muchas cosas las vamos a perder, quedarán desperdigados por el camino de nuestra existencia. Y veremos como muchas de ellas no las podremos recuperar, se las llevará el mar o el aire que respiramos. Pero también estaba empezando a comprender que para  intentar evitarlo la condición es muy fácil. Hay que saber cuidar muy bien todo aquello que nos rodea, para así poder conservarlo, así disfrutarás más de ello hasta que desaparezca como los pétalos de una flor que se lleva el viento en su trayectoria.
-          Jack.
-          Dime.
-          Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
-          Brittany.
-          Dime.
-          Ahora lo vamos a poder hacer.
-          ¿Cómo? – pregunté sin comprender - .
-          ¡Ven!
Me dio la mano y comenzamos a correr. Yo, sin saber a dónde y sin entender porque había dicho eso.
Súbitamente ante nuestros ojos se alzaba un precioso edificio.
Era la iglesia más bonita que había visto. Tenía un gran campanario en lo más alto de su estructura de estilo barroco. Sus grandes muros estaban reforzados con contrafuertes. La nave tenía una forma circula. Se podía distinguir rapidamente que era de estilo románico a excepción de el campanario; básicamente por la escasez de ventanas y su simpleza.
Pero la verdad nunca he entendido la religión. Ni nada relacionada con ella. Porque el ser humano necesita creer en algo para explicar ciertas cosas e intentar comprender ciertos comportamientos que hasta ahora eran desconocidos o aún lo siguen siendo. Por eso existen las religiones y la existencia de un Dios para cada una de ellas, pero ¿realmente las religiones tienen las respuestas? Me gustaría pensar o creer que hay alguien que también se plantea esto. En ese preciso instante el búho volvió a aparecer surcando el cielo.
Estaba tan en si misma da en mis pensamientos que me había olvidado de que Jack seguía a mi lado. De pronto me percaté de que me estaba hablando. Volví del trance.
-          ¿Qué me decías?
-          Ya veo el caso que me haces.
-          Perdón – dije avergonzada - .
-          No pasa nada, boba.
-          Gracias.
-          Quiero pasar el resto de mi vida contigo, eso fue lo que dijiste. Y aquí estamos. El mundo se ha puesto a nuestro favor – le abracé - .
-          ¿Estás seguro de esto?
-          ¿Y tú?
Ninguno contestó. No hacía falta. Nos adentramos en la iglesia.
El aire allí era húmedo. Era un lugar frio, como todas las iglesias. Poca luz, pero mucha tranquilidad, de aquella que necesitábamos. Estaba completamente vacía, ¿pero acaso aquello importaba? Nos arrodillamos justo enfrente del altar. Tal vez cualquier persona cuerda que nos viese en esta situación, reiría ¿pero acaso, eso importa?
-          Dios, la quiero. Y quiero estar con ella el resto de mis días – me reí de él - .
-          Jack, ¿desde cuándo crees tú en ello?
-          Desde nunca, ¿pero realmente importa? – eso mismo opinaba yo - .
-          Señor, quiero estar con este héroe el resto de mis días y quiero que me proteja y que nunca se separe de mí - .
-          Tus deseos son órdenes.
-          Pues…quiero que me beses – mi deseo se volvió a hacer realidad - .
Alguien tosió. Nos separamos.
-          Chicos, ¿qué hacéis vosotros aquí? – se ve que al final en una iglesia es imprescindible la presencia de el cura - .
-          Casarnos – afirmó Jack, mientras se levantaba - .
-          ¿No sois muy jóvenes?
-          ¿Acaso eso importa? – dijo él mientras yo sonreía - .
-          Tienen ustedes razón. Espero que sean muy felices.
-          Nos puede hacer un favor – le pidió Jack - .
-          Si claro. Dígame.
-          Quiero, por favor, que nos de la bendición o lo que sea para que esto sea oficial – el cura rió - .
-          Vale no hay problema. En primer lugar encantado, me llamo Ricardo – nos dimos la mano y le dijimos nuestros nombres - .
-          Jack acepta usted amar y respetar a Brittany hasta que su noviazgo dure.
-          Acepto – dijo él alegremente - .
-          Brittany acepta usted amar y respetar a Jack hasta que su noviazgo dure.
-          Acepto – estaba feliz - .
-          Pues yo os declaro marido y mujer si se puede llamar así – nos reímos todos - .
-          Puede usted besar a la novia – así hizo - .
-          Gracias Ricardo, pero nosotros nos vamos ya, que tenemos que disfrutar de nuestra noche de bodas.
-          Buenas tardes.
-          Adiós Ricardo – le dije yo mientras Jack me cogía entre sus brazos y comenzaba a correr.
-          ¡Ahí señor llévame pronto! – exclamó Ricardo y aquello fue lo último que escuché de él  - .
Permanecí en sus brazos durante todo el trayecto. El corría y parecía no decaer nunca. Yo sonreía, dado lo que acababa de ocurrir. Parecía todo algo irreal. Nada cuadraba, pero hay cosas que es mejor no comprender y solamente disfrutar. Así, continué sonriendo de camino a casa.