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sábado, 7 de mayo de 2011

Capítulo 9. La noticia

El curso había llegado completamente a su fin. Todas las emociones vividas pertenecerían ya al pasado. No las quería recuperar. Ahora comenzaba una nueva etapa.

Quería estar junto a Jack este verano. Verlo cada día. No desaprovechar ningún momento ahora que por fin podía disfrutarlos a su lado. Pero para mi desgracia Jack se tuvo que marchar a Extremadura con su familia nada más finalizar el colegio.

Pude llamarlo un par de veces, pero no las suficientes. Yo también viaje, pero a Madrid durante tres semanas. Me gustó mucho la capital. Visité los lugares más importantes de allí y compre algún suvenir. Me encanta viajar. Descubrir lugares nuevos y admirar esa belleza que tiene el mundo y la cual está tan mal aprovechada. Porque verla es un privilegio para mí y lo mejor es que puedo tomar parte para conservarla y así que todo el mundo pueda disfrutar de la naturaleza.

El verano transcurrió en un suspiro. Sucedió en un instante. Y se consumió con mis latidos. Cuatro de septiembre. Estábamos ya a las puertas de un nuevo curso, que daría comienzo justo el día doce del mes.
Podría definir este día, como el peor. El peor de mi vida. Aquel día por el que habría dado todo para que no sucediese. Aquel día que de haberlo sabido lo hubiera tachado del calendario de mi habitación. Mi cumpleaños.  Cumplía quince años y mi madre no podía resistirse a reunir a toda la familia. Quería organizar una fiesta para su niña, que ya se hacía mayor. Tonterías. No quería regalos. No quería nada. A decir verdad lo tenía todo ahora que Jack estaba conmigo. No necesitaba nada más. Ni felicitaciones, ni regalos, tampoco tarjetas; nada.

Él había cumplido los diecisiete justo antes del verano y me comentó una de las veces que hablábamos por teléfono que celebraría su cumpleaños en Extremadura también con su familia. Y ahora comprendí que todas las familias quieren lo mismo. Son completamente raras y diferentes unas de otras, pero tan iguales. Solamente quieren disfrutar de los buenos momentos, de la felicidad todos juntos, sin que se rompan esas costumbres. Y no está mal. Merece la pena. Es algo por lo que merece la pena luchar para conservar.
Cuando acabó la fiesta y estábamos despidiendo a los últimos invitados mis padres me reunieron en el salón con la escusa de que tendríamos que hablar de algo verdaderamente importante.

-          Brittany, cariño, tenemos que decirte algo – dijo seria y distante mamá - .
-          ¿Es algo malo?
-          Creemos que es lo mejor para ti. Esperamos que lo entiendas – ella habló por mi padre, ya que él permanecía inmóvil. Parecía no poder articular palabra.
-          Vale. Entonces está claro, es malo.
-          Es que depende del punto de vista. Depende de cómo lo mires.
-          ¡Mamá! ¡Al grano! Decidme lo que queráis, pero ya. Sin rodeos – comencé a temblar por el temor - .
-          Este curso no lo harás aquí sino en el extranjero – miró distante a algún lugar de la sala - .
-          ¿Qué? – susurré. Atónita. Sin poder comprender. Sin poder tampoco siquiera moverme, gritar, llorar, hacer algo.
-          A tu edad es una gran oportunidad – nadie respondió. De pronto un abismal silenció reinó. No podía aunque quisiera hablar - .
-          La gente suele ir durante cuarto de la ESO y creemos… - me levanté y ella enmudeció - .
-          No voy a ir – no pensaba negociar mi respuesta. Ni siquiera utilicé el término “quiero” - .
-          ¡Vas a ir y no hay más que hablar! – gritó mi padre alterado. Había intervenido y parecía que su labor allí había finalizado, así que abandonó el salón - .
-          Cielo, somos conscientes de que tienes muchos amigos aquí, pero no los perderás ya verás. Conocerás gente nueva.
-          Pero mamá… - me senté junto a ella y rompí en sollozos - .
-          Cariño, no llores por favor – suplicó mi madre - .
-          Solo quiero a mis amigos. No quiero conocer gente. Quiero quedarme aquí con… - Jack – mis amigas y eso – pude decir entre lágrimas - .
-          Brittany cuanto antes…
-          ¡NO! – las lágrimas no sabían estarse quietas – no quiero, por favor, no, no quiero irme…
-          No discutamos más, ¿sí? – intentaba llegar a un acuerdo cuando mi felicidad estaba en juego - .
-          ¿Por qué me lo ocultasteis? – me sentía traicionada y como una completa extraña - .
-          No estábamos seguro todavía, pero ahora ya no hay duda.
-          ¡No me lo consultasteis! ¡Decidisteis por mí! Es mi vida, no podéis tomar partida así. No podéis arruinar mi felicidad y luego decir que no tengo opción – no contestó. En este caso no podía por más que darme la razón - .
-          ¿Va a ser solamente este año? – intenté serenarme - .
-          En principio sí. A no ser que te guste…eso y decidas quedarte.
-          ¡No me va a gustar! ¿Es qué no lo entiendes? – temblaba - .
-          Piensa en tu futuro, es una gran oportunidad.
-          ¡Y dale con eso! ¡No! Bueno… sí, es una gran oportunidad para estropear mi vida, ¿eso es lo que queréis verdad? – no podía contener el dolor - .
-          Mira, Brittany, no te servirá de nada ponerte en ese plan, ¿me oyes? Cuanto antes lo asimiles mejor.
-          Pero es que ¡Nunca! Lo voy a asimilar.
-          Podemos llegar a un acuerdo, ¿te parece?
-          ¿Voy a tener opción? Lo pregunto más bien, porque como todo lo decidís por mí – ignoró mis palabras - .
-          Vas este primer trimestre. Solamente. Si no te gusta, cuando vuelvas por vacaciones de navidad te quedas definitivamente aquí.
-          Ojalá tuviera opción.
-          No es tanto sacrificio hija -  no contesté. Ya que hasta ella misma sabía que no estaba diciendo la verdad – tal vez te guste y decidas quedarte. En ese caso, no siempre estarás allí, en las fiestas, como las navidades, vendrás aquí.
-          Es que eso no va a pasar.
-          Piensa que es una buena oportunidad para aprender esto…inglés – hizo una pausa – y más cosas - .
-          ¿Sí? ¿Enserio? ¿Cosas, como decir en inglés, mis padres me acaban de amargar la existencia? – salí del salón. Sin reprimir las lágrimas. A veces la cama de uno es la mejor compañía para el dolor. La almohada es la única que conoce verdaderamente a cada uno. Ella guarda tus pensamientos y ve tus sentimientos.
Permanecí encerrada en mi cuarto durante horas. Horas que se convertían en días. Y cada día transcurría y mis lágrimas y mi dolor no se detenían. Si acaso pensaba en detener mi tristeza, esta cada vez adquiría mayor fuerza y si la reprimía dolía incluso más.

No quería comer. No habían alimentos capaces de llenar el vació de mi corazón. Ni agua capaz de secar mis lágrimas. No había nada. No quedaba nada. Tal vez aquello a mis padres les preocupase, no lo sé. De vez en cuando aporreaban la puerta con la intención de verme. De salir de aquella soledad. Pero no. Ellos lo habían provocado.

Toda mi vida por una vez era un cúmulo de sensaciones fuertes. Me sentía capaz de derrumbar cualquier barrera, cualquier muro. Podría saltar cualquier obstáculo que se me interpusiera porque era capaz de volar, de sentir. Era completamente perfecto todo lo relacionado con mi vida, era capaz de tocar el cielo y la sola idea de perder a Jack me hacía querer desaparecer. Huir tal vez de todo lo que no me gustaba, de todo lo que estaba del revés. Porque está claro que las cosas nunca salen como nos gustarían, pero por una vez, caminaba sin piedras. Firme. No había lugar a equivocaciones, ni preocupaciones. Todo era felicidad.
Tenía que ser fuerte y no aferrarme a los recuerdos y a lo que no podía ser. De nada serviría quedarse sin aprovechar los días. Sin aprovechar el tiempo que me quedaba con Jack, antes de estar sin él. Debía ser positiva y nunca, nunca, perder la fe. Porque aunque a veces suene como algo imposible, la fe es aquella esperanza que se deposita en nosotros y nos permita continuar por muy negro que este el camino. La luz que alumbra la oscuridad, por ello debía tener fe.

Pero, ¿qué iba a hacer yo sin él? Sin sus besos, caricias y abrazos. Sin su sonrisa que era capaz de iluminar una habitación entera. De su buen humor. Pensar en ello no traía más que dolor y el querer eludirlo solo lo aumentaba. Me desgarraba por dentro. Las pesadillas crecieron.

El miedo también creció con ellas. Algo estaba cambiando y no sé explicar que era.
Mis padres, para mi sorpresa, no intervinieron. Prefirieron dejarme sufrir. Prefirieron ver mi tristeza día tras día. Habían permanecido firmes en su decisión durante los días de mi terquedad. Así que me resigne a que hubiera cambio de planes, a que hubiera una esperanza de no tener que ir a aquel lugar. Eran egoístas. Normalmente ellos quieren lo mejor para sus hijos, ¿pero acaso no veían que esto no era lo mejor?
Por ello me di por vencida. Ya no había marcha atrás. Habían tomado una decisión. Pensé simplemente en ir allí tres meses y regresar. Olvidarme del mal trago y seguir con Jack. Sería lo mejor.

Los días siguientes Alicia fue la única que estuvo allí para ayudarme. Ella es la que me ayuda a ser feliz solo con su sonrisa. Y si ella es feliz para mí ese dolor casi no existe o por lo menos se esconde perfectamente bien.

Estuvo junto a mí para hacerme ver que dentro de lo malo también había cosas buenas. Que si realmente Jack me quería no se iba a olvidar de mí. Y menos ella. También me comentó que era una gran oportunidad para aprender inglés y conocer a gente nueva. Que no iba a ser tan horrible y que dentro de tres meses ya estaba de vuelta para verlos a todos. En este caso tenía razón. Debía de haberla conocido antes. Ella comprendía mi situación y solo intentaba ayudarme, consiguiéndolo.

Lo sé, a veces todo va mal y es complicado ver el lado positivo de las cosas, pero si abres los ojos, lo verás. Si abres tu corazón. Todo esto fueron palabras de Alicia. Debí haber contado con alguien antes, en vez de pensar que los malos tragos son mejor de golpe y junto a la soledad. También debí haber escuchado estas palabras tan sabias anteriormente.

No quedaba mucho tiempo antes del comienzo del curso, pero conseguí repartirlo bien para ver a todas mis amigas. Había perdido demasiado encerrada en mi habitación y solo lo había derrochado. Ellas me brindaron un gran apoyo. Me hicieron sonreír. Olvidarme de las preocupaciones. Con ellas todo era diversión. Con ellas no había problemas, no existían. Estuvieron a mi lado cuando más las necesitaba, porque sin ellas yo no sería nada. No me fallaron en ningún momento y eso es de agradecer, ya que únicamente en estos momentos te das cuenta de quien realmente merece la pena. Valoras de verdad lo que tienes. Lo aprecias más.

2 comentarios:

  1. Pobre Brittany :((( . Pero como bien se dice DENTRO DE LO MALO SIEMPRE HAY ALGO BUENO :D !!! ME ha encantado!

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  2. Hola :)
    Me gusta tu historia, es diferente a las demás. Gracias por compartirla aquí con todos. También me alegro de que me pasaras la dirección al agregarme en el tuenti, aunque te digo que respondí que no, al agregarte a favoritos en mi blog tu historia xD Así que como ya habrás adivinado..si! Tienes una nueva seguidora que está impaciente por leer un nuevo capítulo. Porque me he devorado tu historia en 1 hora y poco más.

    Un beso:)

    PD: Agradecería tu opinión sobre mi historia, pásate si puedes y si lo haces, no la juzgues por los primeros capítulos, pues fueron de los primeros que escribí, ya he mejorado un poco según me han dicho ^^

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