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viernes, 8 de julio de 2011

Capítulo 12. Dos mañanas diferentes

-          ¡Ah!
-          ¿Qué te pasa? ¿Quieres que pare? – lo llevaba deseando desde el principio mas no iba a reconocerlo - .
-          Tu barba me ha rascado –  Todo fue un poco exagerado para conseguir mi propósito. Detenerlo - .
-          Te sentías incómoda, ¿no? – nos quedamos sentados encima de la cama - .
-          Lo reconozco he ido muy rápido, perdóname – no me dejó tiempo a contestar - .
-          No Jack, todo estaba perfectamente, pero compréndeme, creo que has ido un poco rápido.
-          Lo sé. Tienes toda la razón. ¡Qué estúpido soy, joder! No tenía que haberlo fastidiado.
-          No has fastidiado nada, de verdad.
-          No trates de defender lo que hice. He estado mal. Realmente mal.
-          No mal, solo que yo necesito…
-          Tiempo, lo sé. No solo de crecer sino en la relación en sí.
-          Yo te quiero Jack, pero llevamos muy poco tiempo juntos y yo soy…
-          Mi pequeña Brittany.
-          Exactamente.
-          Olvidemos este vergonzoso momento, ¿está bien?
-          Por mí no hay ningún problema – le aclaré - .
-          A dormir de verdad entonces.
-          ¿Acaso antes dormíamos de mentira? Es la primera noticia que tengo.
-          Tontita mía – nos acostamos en la cama, pero esta vez para no despertarnos en un buen rato - .

Más  tenía razón. Se había equivocado. Hay que saber esperar cada cosa tiene su momento.
Dos rayos de sol atraviesan la ventana de la habitación. Suben por los bordes de la cama, por el edredón, por mi pelo castaño, por mis brazos destapados. Al sentir el cálido toque del nuevo día, abro los ojos.
Su cara está muy cerca. Miro sus ojos, son muy bonitos, casi tanto como su sonrisa. Él se aproximó tímidamente a mí y me besó en los labios. Cuando estaba a punto de convertirse en algo más profundo me separé.

-          ¿Cuánto tiempo llevas despierto? – intenté abrir un poco más los ojos mientras esbozaba una amable sonrisa intentando que mi miedo de la noche anterior no se viera reflejada aún en ella - .
-          Una media hora o así.
-          ¿Todo ese rato has estado mirándome? – pregunté curiosamente - .
-          ¿Quieres la verdad?
-          Pues claro.
-          Me gusta mirarte cuando duermes.
-          Si debo de estar muy fea seguro.
-          ¿Tú fea? Lo dudo.
-          Mira que pelos ¿Te has fijado bien?
-          Y los míos – nos reímos, un pelo para un lado y otro para otro, alborotado, pero transmitía alegría - .
-          ¿Qué hora es?
-           Las doce y media.
-          ¡Qué tarde!
-          A dónde tienes que ir, tampoco hay tanta prisa.
-          Le dije a mi madre que volvería para la hora de comer, porque después… da igual – quería olvidar, olvidar todo lo que sucedería mañana - .
-          ¿Y a qué hora soléis comer?
-          Dos y media.
-          Queda tiempo de sobra.
-          Si tú lo dices, pero mientras, no perdamos más tiempo. Preparemos el desayuno.
Nos levantamos de la cama tras un rápido beso en los labios y preparamos el desayuno apresuradamente.
-          ¿Dónde están las galletas?
-          Segundo cajón a la derecha.
-          ¿Pero cuál?
-          Déjalo, ya los cojo yo – abrió el estante adecuado - .
-          Tienes varios tipos a elegir.
-          Cualquiera que tenga chocolate me sirve.
-          Te estás volviendo una gorda.
-          Jack… - me quejé mientras le empujaba - .
-          Tampoco entiendo cómo se calienta la leche.
-          Es un microondas normal.
-          Eso de normal es cuestionable – bromeé - .
-          Te ayudaré.
-          Gracias.
-          Pero te la pondré muy caliente.
-          Ni se te ocurra – nos reímos –  Más te vale poner la leche templada - .
-          Vale, mejor no me arriesgo, a saber de lo que eres capaz de hacerme luego.
-          Nada malo. Solo…tirarte por la ventana.
-          Recuerda que soy un héroe.
-          ¿Y qué con eso?
-          Los héroes saben volar, ¿recuerdas?
-          ¿Y las novias de héroes?
-          No, esas no, son realmente inútiles, no saben ni servir leche.
-          Jack – le di un puñetazo en el hombro intentando hacerle daño, más mi intento fue fallido. Él por el contrario rodeó mi cadera con sus fuertes brazos y me atrajo hacia él. Me besó -.

Desayunamos con calma. Ya era la una cuando comenzamos; el tiempo parecía volar. Fue una comida bastante tranquila, la armonía que hoy se percibía era muy gratificante. Me sentía como en casa. Sin ninguna preocupación. Podía dedicar todos mis sentidos a atenderle a él, a escuchar su voz, a mirar sus preciosos ojos, su boca, a besarlo, pero todo por última vez. Desgraciadamente todo lo bueno acaba. Lo que una vez te da la vida ella misma te lo quita. Triste pero a la vez cierto. No me podía aferrar a ello. Debía disfrutar cada instante al máximo y no preocuparme del futuro. Ahora importaba el presente. Importaba nuestra historia. Nuestros últimos momentos juntos antes de marcharme. Echaría de menos todo esto. La ciudad. Mi vida. Justo antes de romper a llorar por todos estos recuerdos volví a la conversación que estábamos teniendo Jack y yo. Brittany recuerda lo único que importa es el presente. Con estas últimas palabras que resonaban en mi interior pude volver a la realidad.

-          ¿Quieres ducharte aquí o lo harás en casa? – le miré expectante, de pronto los latidos de mi corazón adquirieron velocidad sin quererlo. No quería contestar a aquella pregunta, no quería imaginarme, no, no.
-          Júrame que… - el detuvo mis palabras apoyando su dedo índice sobre mis labios - .
-          Te lo juro.
-          Es que anoche…
-          Ya te he dicho que lo siento.
-          ¿Sabes una cosa?
-          No – parecía molesto - .
-          La verdad es que me gusto que estuviéramos así.
-          ¿Así cómo?
-          Pues así, no sé… Ya me entiendes Jack – se rió - .
-          No tiene gracia. Yo intento explicarte algo y tú vas y te ríes.
-          Es que no tienes que explicarme nada ya sé que estuve mal.
-          Ya, pero es que…
-          No, no tienes que decir o hacer algo para que me sienta mejor.
-          Pero es que Jack…
-          A ver dime.
-          A mí me pareció mal…
-          Sí, ya sé que te pareció mal que intentará… - interrumpí - .
-          ¡Jack! Hay una parte buena en todo esto, la que te llevo media hora intentando explicar.
-          ¡Ah sí! ¿Hay una parte buena en todo esto? ¿Cuál? ¿Quedar como un estúpido? ¿O tal vez…?
-          ¡Ya! Claro que hay una parte buena.
-          Me gustaría saber cuál es.
-          Me encantó saber qué me quieres, me encantó que me demostrases que me amabas, me encantó que luego te arrepintieses de lo que hacías porque te preocupaste por mí, eso me hizo saber que de verdad te importo. Puede ser que estuviese mal, pero con esto me has demostrado muchas cosas, aunque a ti no te haya parecido así.
-          Esa es una buena forma de verlo. La verdad es que tienes razón – entro en razón - .
-          Siempre la tengo – se rió - .
-          Yo te quiero mucho Brittany y nunca permitiría que alguien te hiciera daño y me incluyo.
-          Ayer no me hiciste daño – se levantó de su silla y se aproximó a mí. Su mirar era diferente, sus ojos tenían un brillo especial. Cogió mi mano con delicadeza, como si tuviera miedo y levanto mi frágil estructura. Me abrazó con fuerza, protegiéndome con sus brazos. Después me miro y solo pude decir – Gracias Jack, por todo – y eso parecía una despedida más que un simple agradecimiento –.
-          Nos quedan juntos muchos momentos, no malgastes tus agradecimientos que no se merecen – eso obviamente era un hasta pronto -.

Recogimos la mesa pero también dejamos todo sucio en el fregadero. Jack vio la tele mientras yo me duchaba. Confiaba en él y él no me defraudaba. Mantenía su palabra y eso quieras que no, es de agradecer. Muy pocas personas merecen tu confianza, pero sí la tienen es merecida.

Cuando ya estábamos completamente listos bajamos al garaje donde tenía guardada la moto que tantos recuerdos me traía. De aquel día que aún no sabía lo que me esperaba después. Irme. No volver a aquella iglesia. Con aquel cura tan amable que nos caso. Suspiré. Jack se sobresaltó. No comprendió aquello.

La moto arranca veloz, dando un salto hacia delante. Instintivamente yo me agarro a él. Mis manos acaban bajo su camiseta, su piel está fresca, su cuerpo caliente en el frio de la mañana. Siento bajo mis dedos unos músculos bien delineados. Se alteran a cada movimiento. El viento nos acaricia. El pelo se ondea. La moto se ladea. Lo abrazo con más fuerza y cierro los ojos. Siento el ruido de algunos coches. Ahora estamos en una calle más grande y hace menos frío. La moto se para. Ya no necesitaba seguir agarrada a él. Pero no le quería soltar.

-          Jack…esta va a ser la última vez que nos veamos.
-          No seas tan dramática – parecía no importarle – nos veremos dentro de un par de meses, allí harás más amigos y pronto te sentirás integrada.
-          ¿Tú crees?
-          Estoy seguro. Y si no siempre puedes llamarme y decirme Jack no tenías razón, te odio.
-          Odiarte es imposible – le abracé - .
-          Te quiero – me susurró - .
-          Yo también, pero estaremos en contacto… ¿verdad? – le dije mientras salía de la moto - .
-          Solo hasta que te aburras de llamarme – le miré expectante - .
-          Sabes de sobra que eso no pasará – agarró mi cintura y me atrajo hasta él. Me besó con delicadeza. Acarició mis piernas y me volvió a besar pero de manera diferente, con ternura. Me aferré a él. No quería soltarlo, no quería que ese instante se acabará. Con valentía me marché corriendo, abrí la puerta del portal y evitando el contacto visual me sumí en mi nueva vida, en la vida que me tocaría vivir lejos de Jack.



El despertador había cumplido su función. Tres y media. Abrí un poco los ojos, pero no quería despertar. Me sumí de nuevo en la oscuridad de las mantas de mi cama. Mamá apareció dando voces a los cinco minutos de sonar el aparato que me devolvió a la realidad. Me desperecé y salí de la cama poco a poco, sin ser consciente aún de lo que sucedía a mí alrededor.

La ropa ya preparada estaba sobra la silla de mi escritorio. Había dejado ya todo listo ayer por la noche para despreocuparme de apresurarme a última hora, ya que sabía que si eso ocurría mi madre se pondría de los nervios y quería evitarle, aunque fuera hoy, el mal trago.

Me duché rapidamente. Mi viaje hacia una nueva vida comenzaría a las cuatro y media. El viaje hasta la estación duraba unos quince minutos; así que una vez en la terminal desayunaríamos con tiempo. Mamá quería asegurarse de que llegáramos a tiempo aunque eso implicase que yo pasara hambre. Aunque eso ya no me importaba.

Al acabar de prepararme me dirigí a la entrada de la casa. Allí mi madre esperaba impaciente mirando continuamente un antiguo reloj de oro que rodeaba su estrecha muñeca.
Cuando me acerqué a ella, abrió la puerta en silencio.

8 comentarios:

  1. ME ENCANTO y me encanta como escribes sigue asi no es por presionar pero QIERO MAS HAHAH bye muaaa

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  2. No importa, no me presionas, de echo me alegra saber que quieres continuar leyendo mi historia. En breves subiré el próximo capítulo :)

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  3. Me ha gustado mucho :) tengo ganas de verla en accion en el colegio jaja

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  4. Me alegra! El primer contacto con el colegio en el siguiente capítulo :)

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  5. HAAAAAAAAAAAAAAAA me gustaaaaaaaaa muchoo tu blog es mas me ENCANTA y me muero por leer el prox capitulo
    BESOS
    PD:me gusta la nueva imagen

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  6. Es que me dio ayer por renovar un poco el blog y cambiar su apariencia. Me alegra que te guste y que tengas esas ganas de leer el próximo capítulo.

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  7. me gusta tu novela a jack es tan tan..... hay no se pero me ecanta :P bueno esparo el proximo cap sube pronto
    besos
    ;)

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  8. Subo el próximo dentro de poquito :)
    Besos y me alegra que te guste Jack, es tan mono :)

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